Hace 34 años, el 8 de agosto de 1990, el Perú vivió uno de los momentos económicos más dramáticos de su historia con la implementación del "Fujishock". El entonces presidente del Consejo de Ministros, Juan Carlos Hurtado Miller, pronunció la recordada frase "Que Dios nos ayude" al anunciar un severo shock económico, con el que se buscaba frenar la hiperinflación que asolaba al país. Esto sucedió a tan solo pocos días que Alberto Fujimori asumiera el mandato.
CAMBIÓ LA HISTORIA DEL PAÍS
El impacto fue inmediato y devastador para la población: los precios de productos básicos como la gasolina aumentaron 30 veces su valor, y la canasta familiar sufrió incrementos abruptos. El caos social no tardó en desatarse, con saqueos y actos de vandalismo en varias partes del país. La policía y el ejército desplegaron patrullajes para intentar controlar la situación, mientras que muchos negocios cerraron sus puertas por seguridad.
El economista Jorge González Izquierdo explicó que, como ocurre en todo tratamiento de shock, la incertidumbre y el caos fueron inevitables. "Al día siguiente no se sabía cómo fijar precios, y la capacidad adquisitiva de las personas se desplomó porque los salarios no subieron de inmediato", indicó. La medida, que comparó con destapar una olla a presión, liberó los precios de productos que habían estado contenidos durante el gobierno anterior de Alan García.
Aunque el "Fujishock" generó un doloroso ajuste en los bolsillos de los peruanos, en poco más de un año se logró controlar la hiperinflación que amenazaba con llevar al país a la bancarrota. Según González Izquierdo, la decisión fue necesaria: "Una hiperinflación no se puede acabar con gradualismo, tiene que ser con un tratamiento de shock", sostuvo González Izquierdo.
