Hace 17 años, la ciudad de Pisco, en Ica, fue sacudida por un devastador terremoto de casi 8 grados de magnitud, un evento trágico que resultó en la pérdida de cientos de vidas y dejó a la ciudad en ruinas. Hoy, después de casi dos décadas, Pisco ha logrado reconstruir gran parte de su infraestructura, aunque aún quedan áreas que necesitan atención. El proceso de curación, tanto físico como emocional, para los habitantes de la ciudad continúa.
Uno de los lugares más afectados fue el cementerio general de Pisco, donde muchos de los fallecidos fueron enterrados. Este sitio sufrió grandes daños en sus pabellones y estructuras, que aún hoy presentan problemas de estabilidad.
NO TIENE CÓMO TRASLADAR LOS RESTOS
La infraestructura del camposanto, en particular, ha sido gravemente afectada, con columnas y cierres que han cedido. Se ha recomendado la demolición de ciertos pabellones debido a su peligrosa inclinación y al riesgo de colapso en caso de futuros sismos.
La beneficencia local, encargada del mantenimiento del cementerio, expresó su preocupación por el alto costo que implica trasladar los restos a áreas más seguras dentro del mismo lugar. Además, la constante amenaza de temblores en la región ha incrementado la urgencia de estas medidas preventivas para garantizar la seguridad de los visitantes y preservar la dignidad de los enterrados allí.