En la ciudad de Iquitos, dos jóvenes presentaban extraños movimientos y gritaban en un lenguaje que los asistentes a un evento jamás habían escuchado, en una iglesia evangélica ubicada en el distrito de Punchana.
Los afectados por los efectos por la ingesta de la bebida alucinógena llamada Ayahuasca, fueron identificados como Carlos Pérez y Giuliano Sangama, quienes fueron atados de pies y manos, mientras un pastor con ayuda de otros hombres rezaban y les echaban agua bendita como si estuvieran poseídos por algún ente maligno. Pasaron algunos minutos y los jóvenes lograron recuperarse de los violentos síntomas.
Según algunos poblados del asentamiento humano Las Malvinas en el centro poblado de Rumococha, confirmaron que los jóvenes habían participado de un ritual de ayahuasca, lo que habría provocado este extraño comportamiento.