En el sector Víctor Raúl Haya de la Torre, en Independencia, los vecinos viven atemorizados por un hombre que, según denuncian, ha cometido múltiples actos de violencia en las últimas semanas. Las cámaras de seguridad de la zona muestran cómo el sujeto —identificado como Carol Tordoya Solís— agrede a transeúntes, intenta ingresar por la fuerza a viviendas y roba en comercios sin mayor consecuencia legal.
SUJETO HABRÍA SIDO ABANDONADO POR SU FAMILIA
Según testigos, el hombre es consumidor de drogas, grita en la vía pública y asegura que no puede ser sancionado por la Policía debido a su condición de adicto. A pesar de haber sido detenido al menos cuatro veces, siempre ha sido liberado al poco tiempo. Su comportamiento errático ha incluido el uso de armas blancas, como un cincel, con el que ha golpeado puertas y ventanas de vecinos que no le permiten el ingreso.
Uno de los casos más alarmantes ocurrió cuando rompió la ventana de una casa para intentar robar bicicletas. En otra ocasión, cogoteó a un repartidor frente a una tienda y huyó con una bebida gaseosa. Los comerciantes también han sido víctimas de amenazas e intentos de extorsión.
El hombre vivía anteriormente con sus abuelos en la vivienda que ahora intenta ocupar por la fuerza. Sin embargo, tras su paso por prisión y el inicio de su consumo de drogas, la familia se retiró del inmueble, dejándolo a su suerte. Desde entonces, los vecinos aseguran que han presentado varias denuncias ante la comisaría de Payet, pero estas han sido desestimadas por tratarse, según les indican, de delitos “menores”.
“Tenemos miedo de que ocurra una tragedia. La Policía nos dice que no pueden hacer nada a menos que el daño sea mayor. Pero no podemos esperar a que alguien muera”, expresó una residente, visiblemente preocupada.
La comunidad exige que la familia del agresor asuma responsabilidad y que las autoridades municipales y policiales tomen medidas urgentes. Algunos proponen su internamiento en un centro de rehabilitación, pero afirman no contar con los recursos para financiarlo. Mientras tanto, los vecinos siguen viviendo con el temor constante de ser atacados.