Indignación y desesperación. Eso es lo que sienten los vecinos de la Asociación El Olivar de Vitarte, en Ate, quienes desde hace diez años conviven con la presencia de una chatarrería clandestina que, según denuncian, ha generado una plaga de ratas que invade sus viviendas.
A pesar de haber sido clausurada temporalmente el último sábado por disposición de la municipalidad, el local continuó operando pocas horas después. Los trabajadores simplemente retiraron el cartel de clausura y reabrieron la puerta del almacén, como si nada hubiera ocurrido.
“Hemos matado decenas de ratas, pero siguen entrando. Tuve que clausurar una escalera interior y cerrar el tragaluz para que no ingresen a mi sala. Muchos vecinos han tenido que reforzar sus casas con mallas o rejas. Ya no se puede vivir así”, declaró una de las vecinas afectadas a Buenos Días Perú.
El establecimiento no cuenta con paredes sólidas ni piso adecuado, y el cúmulo de residuos —botellas, javas, plásticos y material metálico— ha convertido el lugar en un foco infeccioso. Los roedores se trepan por las paredes de ladrillo sin tarrajear y se cuelan a las casas colindantes en busca de alimento o refugio.
“Tenemos niños, adultos mayores y hasta un nido al costado. Esta situación pone en riesgo la salud de todos. Además, este local no tiene extintores ni medidas de seguridad. Es un peligro constante de incendio”, advirtió otro vecino.
Ante la falta de respuestas, algunos vecinos han tenido que adoptar medidas improvisadas, como comprar gatos para ahuyentar a los roedores. Incluso han presentado quejas formales en gestiones anteriores, pero sin resultados efectivos. “Cada vez que lo clausuran, en minutos quitan el aviso y siguen trabajando”, lamentaron.
El alcalde Franco Vidal ya fue notificado de la situación, según el testimonio de los vecinos. Sin embargo, piden una intervención definitiva, ya que la salud y seguridad del vecindario está en riesgo.
