Ni el estado de emergencia ni la ausencia de un ministro del Interior impidieron que la violencia se apodere una vez más de Lima y Callao. La capital vivió un nuevo fin de semana marcado por el sicariato y la extorsión, con al menos cinco ataques armados en diferentes distritos que dejaron víctimas mortales y heridos de gravedad.
En Comas, Milagros Valdiviezo Sandoval, una empresaria de 31 años, fue asesinada a plena luz del día mientras esperaba en un paradero de la avenida Túpac Amaru. Un sujeto que fingía hablar por teléfono se le acercó y le disparó en varias ocasiones a quemarropa. La joven, dueña de una botica cercana, fue trasladada por transeúntes a una clínica, pero llegó sin vida.
En San Juan de Lurigancho, un adolescente fue atacado a balazos por una turba de jóvenes armados. Los atacantes dispararon más de diez veces, dejando al menor tendido en el suelo, gravemente herido.
Ese mismo fin de semana, en Chosica, Wilder Huaranga, un jalador de combis, fue asesinado de seis disparos. Según la Policía, el crimen estaría vinculado al cobro de cupos. Un cobrador que se encontraba cerca también fue alcanzado por una bala en la pierna.
Otro ataque ocurrió nuevamente en Comas. Un empresario, dueño de una licorería, fue ejecutado frente a su local. Las cámaras de seguridad captaron cómo fue subido, herido y ensangrentado, a la tolva de una camioneta para intentar salvarle la vida. No sobrevivió.
En Ancón, tres personas resultaron heridas tras un ataque armado en el asentamiento humano Alameda. El agresor dejó una nota con referencias al control territorial del narcotráfico en la zona.
Los hechos ocurren a pocos días de la censura del exministro del Interior, Juan José Santiváñez, y en medio de un estado de emergencia que no ha logrado frenar el avance del crimen organizado. La violencia continúa, mientras Lima parece sumida en un espiral de sangre y miedo.