Morderse las uñas, un hábito que puede parecer inofensivo y meramente antihigiénico, tiene consecuencias mucho más serias de lo que se podría imaginar. Este comportamiento está ampliamente extendido en la población y, aunque a menudo se pasa por alto, puede ser un indicio de problemas psicológicos más profundos y potencialmente peligrosos.
El acto de morderse las uñas responde a menudo a la necesidad de desplazar o mitigar alguna preocupación o inquietud diaria. Se convierte en una acción distractora que transitoriamente alivia el malestar emocional. Según el psicólogo Luis Ávila de la Diresa Callao, "morderse las uñas puede ser síntoma de alguna afectación psicológica que no estamos tratando".
La también conocida como onicofragia se encuentra comúnmente en personas que experimentan trastornos obsesivo-compulsivos o de ansiedad. Aunque las causas pueden variar, las consecuencias físicas suelen ser similares. Esta costumbre puede dañar las uñas, las cutículas y la piel circundante. Inclusive, podría generar infecciones, hongos y, en casos extremos, la pérdida del dedo afectado.
ESTIGMATIZACIÓN Y RECOMENDACIONES
Muchos 'comeuñas' sienten vergüenza y buscan esconder sus manos para evitar el juicio social. Este comportamiento no solo es antihigiénico, sino que también refleja una lucha diaria para controlar un hábito que parece inofensivo pero que puede tener serias repercusiones.
Para quienes buscan superar este hábito, existen varias recomendaciones. "Primero, tomar conciencia de que lo que estamos haciendo ha dejado de ser una situación ocasional y ha escalado a una problemática. Buscar ayuda profesional es fundamental", señala Ávila. Además, existen tratamientos específicos como esmaltes con sabores desagradables que desincentivan el morderse las uñas.
