En el Perú, durante mucho tiempo estuvimos acostumbrados a usar de manera indiscriminada bolsas y recipientes plásticos que desechábamos tras un solo uso, ante ello, en diciembre del 2019 entró en vigencia la ley que regula el uso y la venta de este polímero, lo que obligó a que se cobrara por las bolsas que nos entregan los comercios y de esta manera se incentivó, en su remplazo, el uso de bolsas y recipiente de materiales biodegradables.
Sin embargo, tras la pandemia del nuevo coronavirus COVID-9 y los protocolos de bioseguridad que nos ha obligado a tomar, el plástico de un solo uso ha vuelto a cobrar vida, pues lo encontramos en las mascarillas que usamos a diario, los protectores faciales y mucho más abundante en los paquetes que nos entregan los repartidores de delivery.
El ambientalista Alberto Suárez, ante esta situación, considera que “la sociedad todavía no se ha dado cuenta que estos tres o cuatro meses ya de confinamiento y de un uso cada vez más frecuente de utensilios, como las mascarillas que nos protegen que están incrementando de nuevo el peligro de volverlo a votar a sitios inadecuados”.
Así, el plástico está inundando nuevamente nuestras vidas sin que nos demos cuenta, pero se hace sumamente necesario en esta etapa de re-activación económica, sobretodo, para el despacho de comida a domicilio.
Y frente a la dura crisis económica por la que pasan muchos de los negocios gastronómicos de nuestro país, pagar un precio más alto por los envases en los que se despachará el producto es casi un lujo, sin embargo, si volvemos a nuestros malos hábitos con el uso del plástico, continuaremos contaminando nuestro mundo y por ende, afectando nuestra salud.