El pasado domingo, Luis Manrique Vargas, de 24 años, asesinó a su madre, Maura Manrique Vargas, con el motor de una licuadora. La discusión, que terminó en tragedia, ocurrió porque ella le pidió que bajara el volumen de la música que escuchaba.
En medio de la discusión, Luis le dijo que la bulla provenía de una fiesta en la calle y le arrojó el motor de la licuadora en la cabeza. La muerte fue inmediata: le fracturó el cráneo.
Al ver la sangre, el sujeto metió el cuerpo en costales. Posteriormente, limpió la sangre y se fue a dormir. ''Comencé a limpiar porque le salió sangre y la puse en los costales'', sostuvo con total frialdad.
A día siguiente, el confeso parricida se fue a trabajar en el mercado El Pinar y regresó a las 4 de la tarde. Allí avisó a las autoridades que encontró el cadáver de su mamá, a quien asegura había dejado durmiendo en su cama.
Sin embargo, durante su declaración, Luis Vargas entró en contradicciones y, finalmente, confesó el crimen. Fue detenido y llevado a la Fiscalía.