La crítica situación que se vive en Venezuela ha ocasionado que los ciudadanos tengan que optar por decisiones extremas. Ante la escasez económica, una familia tuvo que enterrar a su pariente que falleció de COVID-19 en el patio de su casa, ya que no tenían dinero para comprar una tumba.
Los familiares aseguraron que pidieron apoyo del gobierno municipal pero no obtuvieron respuesta, así que tuvieron que realizar el sepelio con sus propias manos. En este país, un sepelio sencillo tiene un costo equivalente a 230 dólares, equivalente a más de 30 salarios mínimos en ese país.
En tanto, en los centros de vacunación contra la COVID-19 se registran largas colas. Mientras, el régimen venezolano continúa observado por la Corte Penal Internacional que decidirá en unos días si se abre una investigación al mandatario por crímenes de lesa humanidad.
