Desde corta edad, “Koko” impresionó por su capacidad para aprender el lenguaje de señas y comunicarse con los humanos a través de él. La gorila murió a los 46 años mientras dormía en su refugio de Santa Cruz, en California. "Nos enseñó acerca de la capacidad emocional de los gorilas", dijo la fundación que estaba a su cargo, agregando que "fue amada y será profundamente extrañada".
"Koko llegó a millones de personas como embajadora de todos los gorilas y un ícono de comunicación y empatía entre especies. Ella fue amada y será profundamente extrañada", lamentó la fundación.
Su muerte ha provocado miles de mensajes de condolencia en las redes sociales.