Cada 31 de octubre, el Perú celebra con orgullo el Día de la Canción Criolla, una tradición que desde 1944 rinde homenaje a la rica herencia musical del país. Este día no solo honra los ritmos del vals, el tondero, la marinera y el festejo, sino que evoca una cultura llena de jaranas, historias y personajes emblemáticos que han dejado huella en el corazón de los peruanos.
RICA HERENCIA PERUANA
Impulsado por el presidente Manuel Prado Ugarteche, esta fecha marcó un antes y un después en la difusión de la música peruana, dando lugar al nacimiento de las famosas peñas criollas, lugares que aún guardan los recuerdos y melodías de artistas legendarios. Es en estos locales donde la tradición toma vida; cada rincón tiene historia, y en cada nota resuenan los nombres de Arturo ‘Zambo’ Cavero, Óscar Avilés, Chabuca Granda, Lucha Reyes y Pepe Vásquez, como el caso de la Peña López, con más de 50 años de trayectoria en Miraflores.
Para Javier Lobatón, uno de los herederos de esta cultura, el legado criollo es una responsabilidad que lleva en la sangre. “He tenido el privilegio de cantar junto a grandes como Lucila Campos, es una experiencia que te marca y te enseña lo que es el verdadero sentimiento criollo”, expresó Lobatón, quien continúa esta tradición en cada presentación.
La celebración del Día de la Canción Criolla también se extiende a la gastronomía, con potajes que enaltecen el orgullo peruano. Desde el ají de gallina hasta la sopa seca con carapulcra, la comida criolla ha ganado reconocimiento internacional, reafirmando al Perú como un referente culinario. Y, por supuesto, la festividad no estaría completa sin el brindis perfecto: el pisco. Un elixir nacional que, al ritmo del cajón y la guitarra, invita a los peruanos a exclamar “¡Que viva el Perú!”.
