Esta fiesta huancaína retrata la época de la colonia cuando los peruanos eran sometidos a terribles castigos, por ello en esta representación chinchilpos y gamonales soportan una gran cantidad de latigazos.
Vestidos con largas cabelleras, máscaras, vestimentas largas y oscuras y armados de un poderoso látigo, chinchilpos y gamonales se lanzan fuertes golpes intentando doblegar a su oponente, de esta manera también miden la cantidad de amor que tienen por una divinidad religiosa.
Aunque las personas bajo la máscara aseguran no sentir dolor y que cada azote es una ‘caricia’, lo cierto es que esta tradición permanece gracias a su gente que mantiene sus costumbres a través de los años.