Esta alegre y tradicional fiesta tiene más de 200 años de tradición. Cada casa se convierte en un fortín desde donde los pobladores lanzan sus ataques con naranjas, las cuales cuelgan en pitas alrededor de sus cuerpos.
Los pueblos de Utao y Tambogán celebran carnavales muy a su estilo. El Tinkuy o la guerra de las naranjas tiene más de 200 años de tradición, aquí se recuerda la rebelión de los campesinos huanuqueños contra el dominio español. El pueblo se divide entre mujeres y hombres, las primeras representan a los peruanos, los segundos a los españoles.
Los lanzamientos de naranjas se dirigen al cuerpo del rival con gran potencia y en 30 minutos se puede observar ráfagas innumerables de de la fruta yendo y viniendo por toda la plaza del pueblo. Aunque los fuertes lanzamientos son dolorosos, las personas prefieren soportarlos a huir de la contienda. Al final, se dan campanazos que avisan el fin de la guerra y todas las personas se unen para bailar amistosamente.