Al Sexto Día visitó los rincones más picantes del Callao y lo hizo de la mano de sus protagonistas: los vecinos chalacos. Estos mismos que se hacen llamar chalacos de corazón, que afirman no poder vivir sin salsa ni cerveza y llevan la camiseta del Sport Boys con orgullo.
Cada esquina del Callao está llena de música, pero no cualquier género, sino la rica salsa. Este coqueto ritmo está impregnado en el cuerpo de los vecinos que al atisbo de una melodía ya están saliendo de sus casas a mover el esqueleto.
Mujeres y hombres de todas las edades se saludan de puerta en puerta, no temen entre ellos pero sí concuerdan en que la delincuencia se ha desbordado, y los más veteranos recuerdan con nostalgia las épocas en que salían a tomar en el barrio sin miedo a que las balas los atravesaran.
A pesar de todos los prejuicios hacia el Callao, su gente se mantiene firme, al pie del puerto, bailando y gozando aún contra todo pronóstico.