Este 30 de agosto, nuestro país conmemoró los 401 años de la muerte de la primera santa del continente: Santa Rosa de Lima, quien es quizás uno de los símbolos más representativos del Perú en el mundo.
Detrás de su venerable imagen existe una mujer que pocos entendieron. Su sacrificio y completa entrega a Dios aún genera controversia, pues algunos especialistas aseguran que la santa sufría de esquizofrenia y anorexia; otros, en cambio, afirman que su vida fue tan inexplicable y mística que su canonización se hizo lo más pronto posible gracias, en gran parte, a la petición de la gente.
Lo que pocos saben es que la vida religiosa de Santa Rosa nació en Quives, al noreste de la capital, lugar donde habría sentido el llamado a una nueva vida de servicio a Dios.