La historia de Leonala Hinostroza es un ejemplo para varias mujeres de nuestro país y del mundo. Si bien ella nació una discapacidad que le impide movilizarse con facilidad, ella ha sabido no rendirse y sacar cara por sus tres hijos al realizar unos peluches que teje con su boca.
A tempranas horas de la mañana ella debe levantarse para recoger su mercadería que almacena en Gamarra, posteriormente junto a sus hermanos que la acompañan en Lima, se dirige a la avenida Abancay para vender los muñecos que elabora. Si bien, por momentos se siente mal al no tener a sus hijos cerca, eso no le quita la ilusión de seguir adelante y cumplir el sueño de reunir a toda su familia.
Su vida no ha fácil, pues en tres ocasiones fue ultrajada sexualmente y de tales actos nacieron sus retoños, a los cuales dejó al cuidado de su mamá en la ciudad de Huancayo para venir a la capital y recaudar dinero que le permita brindarles un mejor bienestar económico a pesar de las piedras que aparezcan en su ruta.