“Piensa mal y acertarás” dice el dicho, pero cuando esto se convierte en una costumbre en diferentes asuntos de la vida, puede no ser un acierto y más bien un problema de personalidad. Las personas malpensadas desconfían de los demás y no confían en nadie.
Esa desconfianza se puede trasladar también a las cosas que les suceden en su día a día, pensando que pasará la peor opción posible o que algo no les saldrá bien.
Pero ¿qué pasaría si una joven parece decirle que quiere “agárrate los huevos”, el “pepino” o el “chorizo”? Diviértase con este experimento donde cazamos a más de un mal pensado.