Cada viernes se reúnen en una casa guitarras, cajones y micrófonos, artistas y aficionados rinden un merecido homenaje a la siempre pujante, palpitante y amada música criolla, aquella que afirman, nunca morirá.
El criollismo sobrevive, claman los adultos mayores quienes se reúnen a entonar lo mejor de la música peruana. Se reúnen a comer, bailar, simplemente a jaranear y no tienen problema en hacerlo en salas pequeñas, con mesas y sillas, improvisando pero disfrutando.
El único requisito para ingresar a estas peñitas caseras repartidas por los rincones de todo Lima, es ser un criollo de corazón, no tener reparo en coger el micro y sentirse como en casa, pues estas familias abrieron sus hogares para dar cabida a que se mantenga una tradición a lo largo de muchas generaciones más.