Según un informe del 2019 del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, cerca de 150 millones de mujeres usan anticonceptivos orales en todo el mundo. Las usuarias, en general, parecen no experimentar ningún problema, aunque se han mencionados varios efectos secundarios en el folleto de advertencias incluido en cada paquete de pastillas.
La mayoría de las marcas de la píldora contienen una mezcla de dos hormonas sintéticas: estrógeno y progestágeno. El estrógeno previene el embarazo al detener la ovulación.
Por su lado la progesterona espesa la secreción mucosa en la entrada del útero para impedir el paso de los espermatozoides que buscan fertilizar los óvulos. Además el efecto de las pilladoras es adelgaza el endometrio para dificultar la implantación de un óvulo fertilizado.
Recientemente algunas investigaciones han acumulado una creciente cantidad de evidencia en base a estudios imagenológicos, que han revelado la existencia de diferencias en los volúmenes en ciertas regiones del cerebro en las mujeres que toman píldoras anticonceptivas.
Algunos estudios sugieren que las mujeres que toman la píldora tienen estructuras cerebrales más pequeñas, mientras que otros revelan que sus tamaños son más grandes o similares. A pesar del extendido uso de la píldora, la investigación que analiza cómo los anticonceptivos orales afectan el cerebro es escasa.
Cabe agregar que en base a estos datos, algunos estudios han comenzado a analizar la forma en que la introducción de estas hormonas sintéticas altera las estructuras cerebrales.