El nobel de medicina de este año se lo llevaron los estadounidenses William G. Kaelin y Gregg L. Semenza, y el británico Peter J. Ratcliffe, fueron distinguidos por sus descubrimientos sobre “cómo las células detectan y se adaptan a la disponibilidad de oxígeno”.
Su trabajo, considerado “un descubrimiento de libro de texto; algo que los estudiantes verán cuando cursen biología básica y estudien las bases de cómo funciona la célula”, abre puertas a nuevas estrategias para combatir enfermedades como la anemia y el cáncer.
¿Cómo funciona?
Semenza comenzó estudiando el gen de la eritropoyetina (EPO), una hormona cuyos niveles suben cuando hay déficit de oxígeno, y cómo se regula ante diferentes concentraciones de este elemento. Es él quien descubrió en células de hígado cultivadas un complejo proteico, el factor inducido por hipoxia (HIF), e identificó los genes que lo codifican, denominados HIF-1 y ARNT.
En tanto, Kaelin investigaba una enfermedad hereditaria, el síndrome de Von Hippel-Lindau (VHL), que consiste en la aparición de tumores múltiples en distintos órganos. Él demostró que los genes del VHL codifican una proteína que previene la aparición del cáncer y cómo células cancerígenas que carecen de genes VHL funcionales muestran niveles muy altos de genes regulados por hipoxia, mientras que cuando se reintroduce el gen VHL, los niveles normales se restauran.
Ratcliffe y su grupo probaron a continuación que el VHL puede interactuar físicamente con el HIF-1 y que es necesario para su degradación a niveles normales de oxígeno; y tanto este como Kaelin mostraron luego de forma simultánea cómo este elemento regula la relación entre ambos.