El presidente del Congreso, Alejandro Soto, se ha unido a la lista de políticos con su propia escultura, siguiendo los pasos de su mentor, César Acuña. Ahora, Soto comparte espacio en su despacho congresal con una réplica de su imagen.
Una fotografía recientemente revelada muestra a Soto, con semblante sereno, recibiendo un reconocimiento mientras el busto de su figura adorna el fondo de su oficina.
Este gesto, aunque no es único en la política peruana, ha generado controversia y debate sobre la idolatría de los líderes y el uso de presuntos recursos públicos para honrar su figura.
Para algunos, estas estatuas representan un reconocimiento merecido a la labor y liderazgo de los políticos. Para otros, sin embargo, son símbolos de egocentrismo y un gasto innecesario de fondos que podrían destinarse a necesidades más urgentes.