La mayor de los Fujimori, cuyo primer nombre proviene del Japonés y significa ‘afortunada', es Keiko Sofía. Con tan solo 14 años hizo su primera aparición en televisión nacional mientras tocaba un vals en un piano junto a sus padres Alberto y Susana.
Unos años más tarde, en su anuario de promoción del colegio Los Sagrados Corazones de Recoleta, Keiko afirma que sus compañeros la apodaban ‘La Chinita’ y que quería estudiar ciencias en el exterior. Y así fue, ella logró estudiar en el extranjero,pero antes, tras la separación de sus padres, tuvo que asumir el rol de primera dama del Perú. Por ese entonces Keiko tenía apenas 19 años y ya estaba asumiendo un rol protagónico en la política nacional.
Bajo este cargo, Keiko Fujimori presidió la Fundación por los Niños del Perú y buscaba donaciones en el exterior.
Más adelante, Fujimori Higuchi tuvo que partir a Boston para estudiar y graduarse en Administración de Negocios en 1997, luego estudió una maestría en Columbia University y retornó al Perú en 2005.
Sin embargo, el financiamiento de sus estudios fue duramente cuestionado, a tal punto que la Contraloría abrió una investigación.
Lo peor llegó después, cuando en el año 2000, su padre, Alberto Fujimori, renunció a la presidencia y Keiko tuvo que abandonar palacio de gobierno. Tras ello se alejó de la Política pero regresó convertida en la novia del estadounidense Mark Vitto con quien contrajo matrimonio en 2004.
En el 2006, la ex primera dama, alcanzó un escaño en el Congreso, había sido la congresista con más votos obtenidos. 690 mil personas habían sufragado por ella.
Siendo legisladora, llegaron a su vida sus hijas Kiara Sofía y Kaori Marcela, iniciándose entonces una nueva etapa para Keiko Fujimori.
Más tarde, a sus 36 años, en el 2011, Keiko Sofía tentó la presidencia de la República por primera vez, pero fue derrotada por Ollanta Humala; en el 2016 lo volvió a intentar pero perdió frente a Pedro Pablo Kuczynski. Hoy se ha convertido en la hija de un expresidente sentenciada a cárcel y a sus 43 años se encuentra dentro de una fría carceleta acusada de lavado de activos.