Las ceremonias supremas de cambio de mando han tenido momentos de seriedad y también anécdotas a lo largo de nuestra historia republicana. El 28 de julio de 1986, el arquitecto Fernando Belaunde Terry recibía por segunda vez la banda presidencial a manos del presidente del senado.
Cinco años después devolvería la banda entre aplausos al senador aprista Luis Alberto Sánchez. Minutos después, un treintañero Alan García Pérez se enfundaría él mismo la banda. El protocolo decía que se debía entonar el Himno Nacional, pero el nuevo presidente prefirió primero saludar a la platea y a la bancada aprista.
Los aplausos se esfumaron 5 años más tarde. El 28 de julio de 1990 fueron reemplazados por el sonido de los carpetazos de los parlamentarios que no dejaron a García Pérez pronunciar su último discurso. Minutos después, Alberto Fujimori hacia su entrada al Congreso de la República para recibir la banda presidencial de manos de su vicepresidente Máximo San Román.
El 28 de julio del 2001 Alejandro Toledo se convertía en presidente de la República. Momentos antes Valentín Paniagua dejaba el cargo ovacionado por las diversas bancadas presentes en la ceremonia suprema.
Momentos después Alan García Pérez recibía la banda nuevamente, esta vez aplaudido por el Congreso. La ultima ceremonia de cambio de mando fue marcada por lo que se consideró un desplante del presidente saliente al entrante.
Alan García nunca llegó al Congreso y prefirió entregar la banda al jefe de la Casa Militar de Palacio. En el Legislativo, Ollanta Moisés Humala Tasso, juramentó como presidente de la república.
Y este jueves se escribirá un nuevo capítulo en la historia de estas ceremonias, cuando Pedro Pablo Kuczynski reciba la banda presidencial de manos de una congresista de la oposición, Luz Salgado.