Este tradicional gesto se ha hecho una sana costumbre democrática. Se trata del saludo que realiza el candidato perdedor hacia quien en las urnas fue elegido presidente. Era el año 1980. Tras más de una década de gobierno militar, Fernando Belaúnde Terry fue elegido presidente para gobernar en un segundo periodo.
Tras los resultados, Armando Villanueva del Campo acudió al departamento de Belaúnde en San Isidro para saludarlo y felicitarlo en privado. Cinco años después, en 1985 Alan García se impuso a Alfonso Barrantes Lingán en las elecciones, pero tenían que ir a una segunda vuelta. Barrantes declinó y reconoció el triunfo de García, a quien felicitó personalmente.
En el año 1990, tras una dura batalla en las urnas y un debate histórico, Alberto Fujimori se impuso en las elecciones a Mario Vargas Llosa. El novelista acudió el mismo día de los comicios al hotel Crillón para felicitar al ganador de Cambio 90.
En el 2001, tras la renuncia y posterior destitución de Alberto Fujimori, Alan García y Alejandro Toledo pasan a segunda vuelta, en la que se impuso el líder de Perú Posible. Ese mismo día de las elecciones García reconoció su derrota y fue a saludar a Toledo Manrique.
En el 2006 Alan García y Ollanta Humala disputaron una segunda vuelta que dejó como ganador al líder aprista. Tras los resultados, Humala anunció que no saludaría al virtual presidente por considerarlo un espectáculo mediático, del cual dijo no participaba.
Finalmente llegamos al 2011. En esa oportunidad Keiko Fujimori no esperó que la ONPE diera a conocer los resultados finales de la segunda vuelta y al día siguiente de la votación acudió al hotel donde estaba Ollanta Humala para saludarlo personalmente.
Esta tradición no solo refleja un gesto democrático de los candidatos, sino que muestra que la decisión del pueblo ha sido respetada.
