En medio de una Trujillo marcada por la violencia, las extorsiones y el temor, existe un lugar que rompe las reglas del caos urbano. Se trata de ‘Luz del Sol’, un centro poblado ubicado a menos de una hora del corazón de la capital liberteña, donde los vecinos aseguran vivir en paz, sin amenazas ni cobros de cupos. Mientras los stickers de extorsión se han vuelto parte del paisaje en locales de la ciudad, este pequeño sector parece inmune a esa realidad.
SEGURIDAD VECINAL MODELO
Los residentes de Luz del Sol afirman que la clave de su tranquilidad radica en el control comunitario y la vigilancia privada las 24 horas del día, coordinada con el serenazgo local. A diferencia de otras zonas donde el miedo domina las calles, aquí los vecinos se organizan para controlar el ingreso de personas externas y mantener un registro constante de los visitantes.
“Acá no conocemos extorsión ni nada de eso, gracias a Dios vivimos con tranquilidad y paz”, comenta un vecino que ha visto crecer su negocio sin amenazas. Otro añade: “Mi tienda funciona bien, no tenemos miedo de abrir ni de cerrar tarde. Aquí todos nos cuidamos entre nosotros”.
PAZ EN MEDIO DEL CAOS
El caso de Luz del Sol ha despertado el interés de los propios trujillanos, que ven en este lugar un ejemplo de cómo la organización vecinal puede convertirse en la primera barrera contra la delincuencia. Mientras la provincia de Trujillo registra atentados casi a diario y comerciantes denuncian cobros ilegales, en este pequeño sector se respira una calma poco habitual en el norte del país.
A solo 30 o 40 minutos del centro histórico, sus calles tranquilas y su sistema de vigilancia constante han convertido a Luz del Sol en un modelo alternativo de convivencia segura. Su experiencia demuestra que, incluso en una región golpeada por la criminalidad, la unión vecinal puede ser la mejor defensa ante el miedo.


