En un país como el Perú, donde los movimientos sísmicos son parte del día a día, muchas veces olvidamos que los terremotos no llegan solos. Con ellos, pueden venir los tsunamis, fenómenos menos frecuentes, pero históricamente devastadores para nuestra costa. Basta con mirar hacia atrás para recordar cuán letales pueden ser.
Uno de los eventos más trágicos que marcó la historia sísmica del país ocurrió el 28 de octubre de 1746. Un terremoto estimado en magnitud 8.8 sacudió Lima y Callao con una fuerza sin precedentes. Según relatos históricos, la ciudad virreinal colapsó. Pero lo peor vino después: un tsunami con olas de hasta 20 metros prácticamente borró del mapa al puerto del Callao. Se estima que más de 5 mil personas murieron.
El virrey José Antonio Manso de Velasco emprendió la reconstrucción, pero el daño quedó inscrito para siempre en la memoria nacional. Para el especialista Nick Moreno, docente en la UNMSM, este ha sido uno de los eventos costeros más destructivos de nuestra historia: “El tsunami tuvo olas de hasta 30 metros. Fue de origen cercano, lo que lo volvió especialmente peligroso”.
TERREMOTO EN AREQUIPA
Y no fue el único. El 23 de junio de 2001, la región de Camaná, Arequipa, vivió una escena similar. Un terremoto de magnitud 8.4 sacudió la costa sur del país, y minutos después, un tsunami con olas de hasta 5 metros arrasó pueblos enteros. Animales, viviendas y cultivos desaparecieron bajo el agua.
Incluso en el siglo XX, fenómenos similares dejaron huella. En 1940, un terremoto seguido de un “maretazo” causó graves daños en Lima y Callao: más de 170 muertos y 3000 heridos. El malecón de Chorrillos y varios muelles quedaron inundados. En 1974, nuevamente Lima y Callao enfrentaron un sismo seguido de un tsunami.
