En lo que ha sido calificado como el ataque más audaz de Ucrania contra territorio ruso desde el inicio de la guerra, al menos 40 aeronaves, incluidos bombarderos estratégicos con capacidad nuclear, fueron destruidas en una operación encubierta denominada “Telaraña”. Drones camuflados en camiones penetraron una base aérea rusa, generando un fuerte golpe al aparato militar del Kremlin.
La respuesta del gobierno ruso no se ha hecho esperar. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, confirmó que habrá un contraataque: “Será de la manera y cuando nuestras fuerzas armadas lo consideren apropiado”, afirmó tajantemente ante la prensa.
MAGNITUD DE REPRESALIA ES INCIERTA
Sin embargo, la magnitud de esta represalia aún es incierta. El internacionalista y profesor de política europea en la USIL, Francisco Belaunde, advierte sobre los riesgos de una escalada: “No lo sabemos, pero lo que puede venir ahora tal vez sea peor. Rusia desde hace tiempo ataca ciudades ucranianas, incluso blancos civiles. En cambio, el ataque ucraniano ha tenido como objetivo infraestructura militar”.
En este conflicto de alto calibre geopolítico, las alianzas internacionales juegan un papel clave. Ucrania cuenta con el respaldo militar y económico de Estados Unidos, la OTAN, la Unión Europea y el Reino Unido. Rusia, por su parte, mantiene vínculos con Bielorrusia, Irán, Corea del Norte y China.