En el marco del Día del Trabajo, la presidenta Dina Boluarte anunció que el empleo formal en el Perú ha crecido hasta alcanzar el 29.1%, destacando avances en la generación de puestos de trabajo con derechos laborales. Sin embargo, estas cifras contrastan con la realidad de miles de comerciantes y trabajadores informales, quienes aseguran que su sustento depende de la venta diaria y carecen de los beneficios de la formalidad. En un país donde la informalidad sostiene a buena parte de la economía, esta "mayoría silenciosa" que madruga sin contrato reclama mayor atención del Estado para integrarse a un sistema que les garantice estabilidad y oportunidades.
Informalidad: El motor invisible de la economía peruana
El trabajo informal, que abarca desde vendedores ambulantes hasta pequeños emprendedores, es uno de los pilares de la economía peruana, pero también refleja las brechas de un sistema que no logra incluir a todos. Mientras el Banco Central de Reserva ha mantenido una moneda estable y una inflación baja durante décadas, los beneficios de esta estabilidad no llegan de manera equitativa a los trabajadores informales. Estos, sin acceso a créditos formales ni derechos laborales, enfrentan jornadas extenuantes con la esperanza de construir un futuro mejor para sus familias. La transición hacia la formalidad, clave para un desarrollo inclusivo, requiere no solo crecimiento del sector formal, sino políticas públicas que faciliten la integración de estos trabajadores.
Comerciantes y trabajadores informales, al ser consultados, expresaron su escepticismo ante las declaraciones de Dina Boluarte. “Vivimos del día a día, sin seguro, sin vacaciones, sin nada. ¿De qué formalidad hablan?”, señaló una vendedora del mercado de Caquetá, en San Martín de Porres. Este sentimiento refleja la desconexión entre los anuncios oficiales y la realidad de quienes sostienen la economía desde los márgenes. Para que el desarrollo sea masivo, expertos coinciden en que el Estado debe implementar incentivos, como simplificación tributaria y acceso a financiamiento, que permitan a los informales dar el salto hacia la formalidad sin perder su capacidad de subsistencia.
En este Día del Trabajo, el Perú celebra tanto a los trabajadores formales como a aquellos que, con esfuerzo y resiliencia, impulsan el país desde la informalidad. Detrás de cada rostro curtido por largas jornadas, hay sueños de un futuro con derechos, estabilidad y oportunidades. Mientras el gobierno destaca avances, la deuda con los trabajadores informales persiste. Abrir las puertas de la formalidad no solo depende del empeño de la gente, sino de un Estado comprometido con un desarrollo que no deje a nadie atrás, transformando la ilusión de miles en una realidad tangible.