El estado de las barreras dinámicas en las quebradas de San Antonio de Pedregal y Carosio, en Lurigancho-Chosica, evidencia la falta de mantenimiento en estas infraestructuras diseñadas para mitigar los daños ocasionados por huaicos. Estas estructuras, que deberían retener piedras y lodo ante emergencias, presentan un grave deterioro, con geomallas oxidadas y aros debilitados que comprometen su capacidad de protección.
En la quebrada San Antonio de Pedregal, las geomallas muestran un avanzado estado de corrosión, mientras que las aberturas en la barrera exponen a las viviendas cercanas al paso del torrente. Vecinos relatan cómo el agua y el lodo ingresaron a sus hogares en huaicos anteriores, y manifiestan preocupación por la falta de medidas preventivas. “El huaico pasa por aquí y arrastra todo. Los muros no cubren y las barreras están muy deterioradas”, señaló uno de los residentes afectados.
En la quebrada de Carosio, la situación es similar. Las barreras dinámicas, corroídas en un 50% de su base, se encuentran al borde del colapso. Aunque existen barreras adicionales que podrían contener el material, los vecinos insisten en que el mantenimiento debe realizarse con urgencia para evitar desastres mayores. Una de las residentes expresó: “Cuando llueve fuerte, es un riesgo constante para nuestras familias”.
FALTA DE ESTRATEGIA DE PREVENCIÓN
El deterioro de estas infraestructuras no solo pone en peligro a cientos de familias, sino que también expone la falta de una estrategia efectiva para la conservación de estas obras esenciales. Los vecinos han solicitado repetidamente la reparación de las barreras, pero hasta el momento, las intervenciones han sido insuficientes para garantizar su seguridad.