En medio del dolor de su madre y demás familiares, los tres niños que habían sido envenenados por su propio padre fueron enterrados.
Pedro Emir Gonzales Conde cometió este abominable crimen en venganza porque su expareja, Doris Luzmila Marrujo Sánchez, madre de los tres niños, no quiso retomar la relación con él.
El hecho ocurrió en la misma casa en la que vivía Doris con sus hijos en San Juan de Lurigancho. Emir aprovechó que ella no estaba y dio de beber yogurt con raticida a las criaturas, para luego ingerirla él mismo el veneno por lo que murió posteriormente en el hospital de Canto Grande.
La madre de los niños ha quedado devastada por la brutal pérdida de sus hijos y nada podrá devolverle lo más valioso que tenía.