El MRTA construyó pequeñas mazmorras en pésimas condiciones llamadas las “cárceles del pueblo”, donde encerraban a empresarios y autoridades que eran secuestrados durante los años 90.
Estas ‘cárceles del pueblo’, eran diminutos espacios que funcionaban en condiciones precarias e insalubres acondicionados al interior de viviendas, que servían para mantener cautivas a sus víctimas durante meses.
En una vivienda podía haber varias cárceles, las peores eran las mazmorras, prisiones subterráneas y muy pequeñas donde apenas había oxígeno.
Empresarios o autoridades importantes eran secuestrados por estos criminales para obtener dinero que les servía para continuar con sus ataques en la ciudad.
Con el dinero obtenido producto de las extorsiones, el MRTA continuaba causando el miedo con los ataques mediante coches bomba, asesinatos selectivos, dinamitazos y todo lo relacionado a la violencia y destrucción.
Entre sus víctimas se encuentran el empresario y representante del banco minero David Ballón Vera, el empresario y editor español Fernando Manrique y el empresario Pedro Miyasato.