María Elena Moyano, dirigente que se convirtió en teniente alcaldesa en Villa El Salvador cuando era una ciudad autogestionaria, salió a las calles el 14 de febrero de 1992 en una marcha para exigir la paz. El movimiento de esta mujer fue suficiente para que un día después los terroristas la ametrallaran y dinamitaran su cuerpo fuera del local comunal en Villa el Salvador.
Pascuala Rosado, considerada luchadora social de Huaycán, fue otra de las mujeres que se opuso a la violencia de Sendero Luminoso y recibió varias amenazas de las huestes de Abimael guzmán. Con el apoyo del gobierno estuvo asilada en Chile durante un año, pero en 1996, dos años después de su regreso fue acribillada por los terroristas.
La primera de las víctimas de Sendero Luminoso quien logró sobrevivir, fue un domingo del 1985, fue García Rada, entonces presidente del Jurado Nacional de Elecciones. Luego vinieron una serie de asesinatos. En el 87, Rodrigo Franco, funcionario y Aprista murió cuando se encontraba junto a su familia en Chaclacayo.
Estos asesinos jamás pidieron perdón por muertes horrendas como la del jefe de la Dincote, coronel Manuel Tumba, el Ministro de Defensa Enrique López Albújar; el dirigente sindical Pedro Huilca, además de policías, militares, ronderos, comuneros, campesinos, nativos y todo aquel que luchara por la democracia y el progreso del Perú.