Las primeras decisiones económicas adoptadas por el presidente boliviano Rodrigo Paz han generado un impacto inmediato en el costo de vida y en el abastecimiento de combustibles a nivel nacional. Apenas iniciado su mandato el 8 de noviembre, el jefe de Estado advirtió sobre la precariedad de las finanzas públicas y anunció medidas de alto impacto para estabilizar la economía, entre ellas, la eliminación de los subsidios a los hidrocarburos que se mantenían vigentes desde hace más de dos décadas.
La supresión de estos subsidios provocó un incremento abrupto en los precios: el diésel registró un alza de hasta 160%, mientras que la gasolina aumentó alrededor de 80%. Esta situación derivó en extensas colas en grifos de distintas regiones del país y en afectaciones directas a sectores clave como el transporte, la producción y la agroindustria. El encarecimiento de los combustibles ha tenido un efecto transversal en los precios, elevando de manera significativa el costo de vida de la población.
Eliminación de subsidios y apertura al mercado privado de combustibles
El propio mandatario reconoció que se trata de un proceso de “sinceramiento” económico, orientado a garantizar precios claros y asegurar el abastecimiento energético. En esa línea, el Ejecutivo dispuso también la modificación del marco normativo que, desde 2007, impedía la importación privada de diésel al clasificarlo como una sustancia controlada. Con esta decisión, el Gobierno busca facilitar el ingreso de combustibles mediante operadores privados y reducir los problemas de suministro.
Analistas coinciden en que el escenario actual era difícil de evitar tras años de subsidios sostenidos, y comparan el ajuste con experiencias de choque económico aplicadas en otros países de la región. Aunque el Ejecutivo trabaja con el Ministerio de Economía para mitigar los efectos inflacionarios, se prevé que el próximo año Bolivia enfrente una fuerte presión inflacionaria como consecuencia directa de estas reformas estructurales.


