En una nueva medida que sacude el comercio internacional, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó a través de su red Truth Social la implementación de un arancel del 50 % sobre las importaciones de cobre, vigente desde el 1 de agosto de 2025. Según explicó, esta decisión responde a una evaluación de seguridad nacional, dado que el cobre es considerado un insumo estratégico en industrias clave como defensa, tecnología y energía. El anuncio, aunque previsible tras una serie de medidas previas, marca un punto de inflexión en la política comercial estadounidense.
Impacto en América Latina y respuesta diplomática
Chile, el mayor exportador mundial de cobre, es uno de los países más directamente afectados. Desde Santiago, el presidente Gabriel Boric llamó a la cautela y destacó que las relaciones internacionales deben conducirse a través de canales diplomáticos formales y no mediante redes sociales. En tanto, en Perú, el ministro de Economía Raúl Pérez Reyes minimizó el efecto para la economía local, señalando que solo el 5 % del cobre peruano se dirige al mercado estadounidense. No obstante, analistas alertan sobre efectos indirectos que podrían alterar el precio internacional del metal y, con ello, generar inestabilidad en los mercados financieros.
A medida que otros países latinoamericanos reciben notificaciones formales con porcentajes de arancel diferenciados, el escenario regional se vuelve más incierto. Desde enero, Trump instauró un arancel base del 10 % a todas las naciones, pero ahora ha comenzado a aplicar incrementos selectivos, dejando a varios gobiernos en vilo. Esta estrategia, que combina presión comercial con posicionamiento geopolítico, busca incentivar la relocalización de industrias hacia suelo estadounidense, fortaleciendo así su política de reindustrialización.
El cobre no solo es fundamental para la economía, sino también para el desarrollo tecnológico y militar. Su uso en baterías, semiconductores, sistemas de defensa y otros sectores estratégicos convierte esta medida en un golpe que trasciende lo comercial. En paralelo, crecen las expectativas sobre cómo responderán bloques como el Mercosur, la Unión Europea o China, que mantiene su Ruta de la Seda como contraparte geopolítica en expansión. Lo cierto es que la administración Trump está marcando una etapa donde la política exterior se entrelaza con decisiones económicas de alto impacto.