Tras detectar dos nuevos casos de COVID-19, correspondientes a mujeres procedentes de Reino Unido, Nueva Zelanda tomó la radical decisión de encargar a los militares la vigilancia de las fronteras y de los centros donde se cumple cuarentena.
Sin embargo, las autoridades indican que lo peor estaría por venir ya que, las infectadas habrían violado el aislamiento obligatorio de 14 días y tuvieron contacto hasta con 320 personas.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, calificó lo sucedido como un fallo inaceptable del sistema y advirtió que no debe repetirse.