La ciudad de Jilin, al noreste de China, reimpuso un confinamiento parcial entre sus habitantes ante la aparición de nuevos casos de coronavirus que han hecho temer por una segunda oleada en el país donde se originó la pandemia.
En tanto, desde el fin de la cuarentena el 8 de abril en Wuhan, en la región central y epicentro del virus, la situación vuelve gradualmente a la normalidad, aunque en algunas partes siguen aplicándose severas medidas de precaución.
En Jilin, fronteriza con Corea del Norte, este miércoles se suspendió el transporte público y se prohibió a sus habitantes salir sin pasar antes por pruebas de detección de COVID-19 en las últimas 48 horas.
Por su parte, las escuelas volvieron a cerrar sus puertas inmediatamente, así como cines, gimnasios, cafeterías y parques. Las farmacias también deben comunicar a las autoridades quiénes compran analgésicos y antivirales, advirtió la alcaldía.
La comuna, con más de 4 millones de habitantes, tiene unos 200 km de largo por lo mismo de ancho, e incluye la ciudad de Shulan, donde se detectó un nuevo foco infeccioso a fines de la semana pasada.
La situación "es extremadamente grave y complicada", reconoció un alcalde adjunto. Tras informar de seis nuevos casos este miércoles, el rebrote ha alcanzado los 21.
