El objetivo establecido en el acuerdo de París para que el aumento de la temperatura promedio de la tierra sea menor a los 2 grados, producto del calentamiento global, no podrá hacerse realidad si es que no se aplican cambios en el uso global del suelo, lo que conllevaría a nuevos hábitos en el consumo de alimentos, así advirtió hoy la ONU a través de un informe. Estos cambios en la alimentación representarían la base para futuras negociaciones acerca del cambio climático.
Durante la 50 sesión del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC)- ente que depende de Naciones Unidas - se aprobó el documento después de cinco días de conversaciones. En estas reuniones se resaltó que “una mejor gestión del suelo puede contribuir a frenar el cambio climático”, aunque indican que no sería la única solución.
Este informe viene a ser el segundo de los tres que se encargaron al IPCC luego que se firmó el acuerdo de París en 2016 y su objetivo era facilitar el cumplimiento de lo acordado en esta cumbre.
El detallado análisis muestra recomendaciones hacia los gobiernos para que dicten políticas que tengan como fin cambiar el uso forestal y agrícola del suelo y de esa forma contribuir en la lucha contra el cambio climático.
Es importante tener en cuenta que los bosques absorben alrededor de un tercio de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Siguiendo esta línea, en el documento se recomienda aplicar políticas que disminuyan el despilfarro de comida e “influyan en la elección de determinadas opciones alimentarias”, esto en alusión a dietas menos carnívoras y que apunten a reducir la población obesa o con sobrepeso, que ya está cerca a los 2 mil millones de personas.
Según el informe, en el planeta se derrocha entre 25% y 30% de la comida que se produce, el mitigar este problema puede reducir las presiones por reducir bosques para ganar más suelo agrícola. Esto contribuiría a una reducción de las emisiones de CO2.
También se plantea rescatar prácticas agrícolas, silvícolas y ganaderas de las poblaciones indígenas, pues de acuerdo al documento la experiencia de las comunidades ancestrales “puede contribuir a los desafíos que presentan el cambio climático, la seguridad alimentaria, la conservación de la biodiversidad y el combate de la desertización”.
Esta es la primera vez en la que se establece una relación directa entre el cambio climático y la degradación del suelo global, así como también se advierte un aumento de las sequías en regiones como el Mediterráneo o África del Sur producto del calentamiento global.