Miles de creyentes ortodoxos de toda Rusia se reúnen la noche del 18 al 19 de enero para celebrar una de las principales fiestas cristianas: el Bautismo del Señor. Lo hacen de una manera singular. Tras participar de una misa, se sumergen en agua helada para limpiar sus pecados.
La tradición data de tiempos antiguos y se extendió desde que el país adoptó el cristianismo, y según la creencia, uno debe sumergirse tres veces y, al salir del agua, habrá lavado sus pecados tal y como fue cuando lo bautizaron.
En esta ocasión, los fieles tuvieron la oportunidad de poner a prueba su fe tanto en el estanque del parque Vorontsovski como en otras zonas recreativas de Moscú, donde las temperaturas rondan los cero grados.