Sus orígenes datan del antiguo Egipto, pero luego se fueron haciendo más comunes en la India. Sin embargo, hoy se trata de un oficio venido a menos, ya que el año 1972 el país introdujo una ley que prohíbe el tráfico de serpientes e incluye a los encantadores.
Sin embargo, la tradición sigue viva y, ya no tan públicamente, podemos ver a estos hombres y a niños sentados ante una serpiente que se esconde en un recipiente de mimbre y sale para moverse mientras el encantador toca un instrumento conocido como Pungi.