Un testigo registró un ataque con bombas de fósforo, consideradas como armas químicas por muchas organizaciones internacionales. Una prueba más de que con el cese de la tregua los ataques se han recrudecido.
Mientras tanto, entre las ruinas del campo de refugiados de Handarat, fuertes y extensas humaredas se levantan debido al asedio del Isis. Con metralletas AK-47, miembros de grupos terroristas repelen los ataques del ejército sirio.
En otra zona, hay quienes contraatacan de distinta manera, como un hombre, que introdujo cartuchos en un lanzacohetes para luego empezar con la arremetida.
El último sábado el baño de sangre se trasladó a una reunión de miembros de la oposición Siria, donde 20 funcionarios murieron tras un atentado suicida a manos del yihadismo radical en la provincia de Daraa.