Avanzan lentamente y sin temor. Aquellos que visten de negro son cinco verdugos. Frente a frente se detienen ante sus indefensas víctimas. Este es el preámbulo del macabro ritual de sangre y muerte empleado por los terroristas del autoproclamado Estado Islámico.
Ante la cámara, el líder del grupo yihadista justifica lo que está a punto de suceder. Todos son acusados de ser espías de la coalición internacional antiterrorista. Se les responsabiliza de los bombardeos contra las ciudades en poder del califato, un delito que será pagado con sus vidas.
Las cinco víctimas son alineadas ante sus asesinos. Con los rehenes de rodillas, empieza la masacre donde son decapitados, uno a uno. Así, los yihadistas del ISIS vuelven a sembrar el terror y amenazan con un destino similar a los musulmanes que intenten traicionarlos.