Un gorila de 17 años fue asesinado a tiros por el equipo del zoológico de Cincinnati, Estados Unidos, luego que un niño cayera más de 4 metros a la fosa donde se encontraban los animales.
Después de la caída del menor, uno de los gorilas se acercó al niño, lo arrastró por el alrededor y lo metía al agua, motivo suficiente para que las autoridades tomen acciones para acabar con su vida.
Especialistas explicaron que no hubiese sido posible aplicar un sedante al gorila porque el efecto hubiese sido demasiado lento y el animal podría haber reaccionado de un modo imprevisible.