Calificando las acusaciones en su contra como “farsa” y “fraude”. Así la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, encara la fase más complicada frente al gobierno. Y es que lo que parecía una amenaza improbable hace unos meses, hoy se configura como una realidad.
Solo faltan pocas horas para que los diputados voten a favor o en contra del impeachment con miras a la destitución de la mandataria. La oposición se siente confiada y asegura de que ya ha conseguido los 342 votos para que el proceso continúe y sea ratificado luego en el senado.
Es así como sumergida en una crisis vertiginosa y con su popularidad en el piso, la presidenta acusada por manipular cuentas públicas en el 2014 y a inicios del 2015, estaría a tan solo unos pasos de ser sometida a un juicio político y finalmente ser sacada del poder.