En Sinaloa, México, una mujer se presentó en un cementerio e intentó impedir un entierro.
En medio del llanto de los dolientes, alegaba que era empleada del ayuntamiento, que el terreno era propiedad privada y que no lo podían enterrar al difunto en ese lugar, incluso se abalanzó sobre el ataúd.
Los familiares la empujaron y a la fuerza lograron colocar el ataúd en su sitio. La mujer aseguró que iba a regresar con apoyo para desenterrar al cadáver.