La controversia en torno a Anis Samanez, por sus declaraciones en el evento Orígenes 2024, parece no haber acabado. El día de ayer, Milka Franco, una mujer shipiba de la comunidad de Cantagallo, denunció que fue víctima de malos tratos y amenazas por parte de la diseñadora peruana.
En un comunicado, Franco señala que Samanez le gritó durante una llamada telefónica y que incluso, sugirió que ella le debía pedir perdón por todo el “bullying” que le están haciendo.
“Este pronunciamiento lo estoy realizando a raíz de que, a través de una llamada telefónica que le hice el día de hoy 4 de diciembre del 2024, para preguntarle sobre todo lo sucedido, en vez de explicarme o contarme la situación, la diseñadora me empezó a gritar de manera prepotente y agresiva; también me amenazó con denunciarme e incluso sugirió que yo debía ser quien debería pedirle perdón a ella. Esto, alegando de que el bullying que le están haciendo es por culpa mía y mi mal agradecimiento hacia sus buenas intenciones de querer ayudarnos”, se lee.
LA DESMIENTE
Pese a que la diseñadora peruana sostuvo que le “querían cobrar 5 mil dólares” y que “siempre ha pagado” lo que le dijeron; la denunciante reveló que la amiga de Stephanie Cayo terminó pagando S/. 1200 por una semana de trabajo.
Franco relata que Samanez no visitó la selva ni su comunidad, sino que se acercó al colectivo de Shipibas Muralistas en Barranco, Lima.
“Quería aprender de nuestra cultura e inspirarse de nuestros kenés para realizar y lanzar una línea de diseño de modas que iba a tener bastante visibilidad en los medios nacionales e internacionales”; no obstante, señala que decidieron cobrarle 5 mil soles, desmintiendo la versión que sostiene la diseñadora sobre el supuesto monto en dólares: “ella se mostró molesta diciendo que no es un precio Justo para una colaboración con ellas; que ella solo quiere inspirarse, no usar los kenés que le íbamos a vender”, agrega.
La mujer reconoce que, tras el rechazo de Samanez de trabajar con ellas, tres integrantes de este colectivo la contactaron de forma individual para trabajar con ella “por el precio que ella quería cobrar (BASTANTE menos que el inicialmente sugerido), debido a las distintas necesidades familiares".
Finalmente, precisa que la diseñadora peruana le pagó a cada una de ellas 400 soles por unos bordados que les hizo hacer a unas telas que les entregó y que el trabajo duró una semana.
“Ella pagó S/. 1200 por una semana del trabajo de 3 personas”, subraya.