San Juan de Lurigancho, el distrito más poblado de Lima, enfrenta una creciente ola de criminalidad encabezada por organizaciones como “La Batería del Loco Aroni” y “Los Malditos de Bayóvar”. Estas bandas, a través de extorsiones y atentados, mantienen un férreo control en la zona. La reciente amenaza al alcalde Jesús Maldonado es solo el reflejo de un problema que parece no tener límites, incluso bajo el estado de emergencia declarado en el distrito.
El lunes pasado, un criminal lanzó una granada en el frontis de la vivienda del alcalde Maldonado, en un claro mensaje intimidatorio. Este atentado se produjo luego de que la autoridad edil desalojara a más de 2,500 ambulantes del mercado conocido como “La Cachina”. Según Maldonado, esta acción golpeó directamente las finanzas de los delincuentes, quienes lucraban con el cobro de cupos a los comerciantes informales, obteniendo ganancias cercanas a los 400,000 soles mensuales.
La situación no es nueva. En abril pasado, otro grupo criminal, “Los Malditos de Huáscar”, dejó explosivos y amenazas en la vivienda del alcalde, un caso que quedó impune. Además, se han registrado múltiples atentados contra mototaxistas y negocios locales, lo que evidencia la incapacidad de las autoridades para frenar a estas mafias. Mientras el Ministro del Interior asegura una reducción de la criminalidad, los vecinos y el propio alcalde denuncian que las bandas organizadas siguen operando con impunidad.
DELINCUENCIA DESBORDADA
El panorama es alarmante. Incluso, miembros de las Fuerzas Armadas han sido capturados por suministrar municiones a organizaciones criminales. Esto refleja cómo la criminalidad se ha infiltrado en las instituciones públicas. Sin medidas efectivas y decisiones contundentes, San Juan de Lurigancho seguirá siendo un campo de batalla donde los delincuentes imponen sus reglas y los ciudadanos viven con miedo constante.
