Unas 60 personas participan voluntariamente de un ensayo clínico de la vacuna contra el ébola en el Instituto Jenner de Oxford (Reino Unido). Ellos se han inyectado parte del virus para buscar una solución a futuros brotes de la enfermedad.
A los sujetos de prueba se les suministró la vacuna ChAd3, que incorpora una única proteína benigna del virus para que su cuerpo sea capaz de crear inmunidad. La idea es que, si en un futuro tuvieran contacto, sus defensas impidan que el ébola ataque sus órganos.
Nick Owen es uno de estos ‘conejillos de indias’, quien trabaja en Médicos sin Fronteras y ha perdido a diez de sus compañeros en África desde que inició el brote. Asegura que su corazón está con la auxiliar de enfermería española Teresa Romero, primera contagiada en Europa.
“Lo que ha ocurrido demuestra que aunque existan procedimientos seguros para tratar el ébola, los profesionales de la salud están en mucho riesgo”, añade. Se espera que las primeras vacunas lleguen al menos en enero del 2015, cuando inicien las pruebas en África occidental.
En tanto, países como Rusia aseguran trabajar para sacar al mercado tres vacunas en seis meses. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que, en cualquier caso, no será una campaña de vacunación masiva debido a la limitada cantidad de medicación disponible.
El contagio de Romero en España ha puesto más presión sobre la industria farmacéutica para encontrar una cura. Una muestra es que el pasado 12 de agosto la OMS aprobó de manera extraordinaria el uso de tratamientos experimentales en las víctimas de esta dolencia. Imagen referencial.