A Rodolfo Orellana le encontraron un celular y lo mandaron a Challapalca. Desde este, se dijo, no sólo coordinaba su defensa de manera irregular, mandaba ‘arreglar’ con presuntos testigos, hablar con jueces, etcétera. El punto es que el uso de celulares, y para fines más peligrosos, es hace años una práctica de lo más común. Son muchos, muchos más los reclusos que tienen acceso a un celular con una facilidad sorprendente. Mientras no se apuren con la instalación de bloqueadores y un sistema efectivo telefónico, el desorden y el aumento de la violencia ordenada desde los penales continuarán dañando, agrediendo a nuestro país ¿Quiere saber cómo y qué tan fácil es ingresar un celular?