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Jueves, 28 de mayo del 2015

Leonid Rógozov, el médico que se operó a sí mismo

Durante una expedición científica en la Antártida, el cirujano soviético tuvo que tomar una decisión muy complicada.

Leonid Rógozov, el médico que se operó a sí mismo

Durante una expedición científica en la Antártida, el cirujano soviético tuvo que tomar una decisión muy complicada.




Era la mañana del 29 de abril de 1961 cuando el cirujano ruso Leonid Rógozov empezó a experimentar algunos síntomas como debilidad general, náuseas y fiebre moderada. El médico se encontraba trabajando en la sexta expedición antártica soviética, en la que un equipo de 12 personas fue enviado a construir una nueva base en el continente del Polo Sur.

Las horas pasaron y los síntomas fueron cada vez más evidentes ya que empezó a padecer un fuerte dolor en la parte baja del lado derecho de su abdomen que le hacía presagiar momentos muy complicados. "Siendo cirujano, no tenía dificultad en diagnosticar una apendicitis aguda", dice su hijo Vladislav.

Ante el intenso dolor, Rógozov tenía claro que debía tratar de inmediato el mal que padecía antes de que se complique, aunque no sabía cómo ya que él era el único médico en su equipo. "Era una condición médica que había tenido que operar muchas veces, y en el mundo civilizado es una operación de rutina. Por desgracia en ese momento él no se encontraba en el mundo civilizado. En cambio, estaba en medio de un desierto polar", explica su hijo.

La posibilidad de ser evacuado de tan inhóspito lugar eran nula. Para llegar a la Antártida se habían demorado 36 días por mar y el barco no iba a regresar hasta el próximo año. Por otro lado, volar era imposible debido al mal tiempo que había en aquel crudo invierno. En dicha situación, la única alternativa que le quedó a Rógozov fue la de operarse a sí mismo.

El cirujano elaboró un detallado plan para realizar la intervención y utilizó a dos asistentes para que lo ayuden con el material médico. Utilizó el escaso anestésico local que tenía y procedió a realizar la primera incisión en su abdomen soportando el dolor. Cuando pudo ubicar el apéndice perforado, lo extirpó y luego él mismo suturó su herida.

"El sangrado era bastante pesado, pero me tomé mi tiempo. Al abrir el peritoneo, dañé el intestino y tuve que coserlo", escribió el cirujano. "Me sentía más y más débil, mi cabeza comenzó a girar. Cada cuatro o cinco minutos descansaba 20 ó 25 segundos.”

Tras la operación, el médico tomó antibióticos y en dos semanas pudo reanudar sus actividades normales. El hecho fue ampliamente comentado y al volver a Rusia se le consideró un héroe por su valor, siendo galardonado con la ‘Orden de la Bandera Roja del Trabajo’.

 

DATO CURIOSO

El equipo de trabajo soviético de 12 personas debía ser recogido en abril de 1962 para regresar a casa después de un largo año de investigación, sin embargo la embarcación nunca pudo llegar debido a las condiciones meteorológicas adversas. Algunos meses después fueron evacuados en aviones monomotor de forma dramática y peligrosa.


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